Las piscinas de Ernest Hemingway

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Por: Ariel A. Jolly Manzano, gerente de POOLSPAcu
Fuente imágenes: Wikipedia (Creative Commons Licens), Museo Finca Vigía de San Francisco de Paula (Cuba), iStock y Flickr.

Si bien esta sección se dedica a los proyectos de diseño, construcción y equipamiento de piscinas actuales, de la mano de Ariel A. Jolly Manzano, de la empresa cubana POOLSPAcu, nos llega esta interesante aportación sobre las dos piscinas del escritor Ernest Hemingway: la piscina en el 907 Whitehead Street de Key West, Florida (Estados Unidos) y la piscina de San Francisco de Paula (Cuba). Este trabajo surge como parte de una investigación técnica sobre el equipamiento instalado en la piscina del Museo Finca Vigía de San Francisco de Paula, con el objetivo de acometer una restauración del mismo. Este sistema de piscina tiene características técnicas que fueron muy avanzadas para su época, tuvo un coste elevado y su construcción fue supervisada directamente por Hemingway. Como parte del estudio se descubrió la importancia de las piscinas en el mundo del afamado escritor. Estos espacios lúdicos no fueron una mera inversión inmobiliaria para lujos o aumentar el valor del inmueble, sino un lugar importante en el quehacer diario del escritor y parte de su rutina diaria.

Muchos biógrafos y estudiosos han establecido que el deporte estuvo presente de forma prominente en la vida y en las actividades diarias de Ernest Hemingway. Para el escritor, su pasión por los deportes no fue solo inducida por la educación paterna sino también por la influencia de la cultura americana de principios del siglo XX. En aquellos años los jóvenes como Hemingway eran apasionados a los deportes y la cultura física, pues como parte de la definición de ‘hombría’ había que ser sobresaliente en los deportes competitivos. La exposición a los deportes y los juegos desde temprana edad como parte de la cultura de esas primeras décadas de siglo formaron no solo al Hemingway hombre, sino también al escritor.

Hemingway cursó sus estudios colegiales en el sistema de educación pública de Oak Park (Illinois). Se conoce que durante sus estudios de High School jugó a futbol, natación, baloncesto y polo acuático. A su regreso desde Milán en 1919 (estuvo en el frente italiano durante la Primera Guerra Mundial, donde se alistó como conductor de ambulancias y fue gravemente herido) logró reinsertarse en la sociedad nadando en la piscina del YMCA. La pesca, el canotaje (piragüismo) y la natación no solo le proporcionaron la actividad que le permitiría la recuperación de sus lesiones, sino también la conexión con otros muchachos que lo sacaron de su estado de soledad de postguerra.

Ernest Hemingway consideraba la piscina un espacio especial de disfrute y relajación, tanto para su faceta como escritor (le ayudaban a mantener saludable el cuerpo y a relajar la mente), como para compartir con amigos y familiares. Las piscinas en su vida, la piscina de Finca Vigía (Cuba) y la piscina de Kay West (Florida, Estados Unidos), no fueron un lujo, si bien eran avanzadas para su época en construcción y particularidades técnicas.

En 1928 Hemingway se mudó a Key West, Florida, con su esposa Pauline Pfeiffer y allí planeó la construcción de una piscina. Esta construcción fue supervisada por Pauline desde 1937 a 1938 mientras Ernest trabajaba como reportero en la Guerra Civil Española. Fue la primera piscina de Key West y su coste total fue bastante superior a los 8.000 dólares del momento.

Ya casado con Martha Gellhorn, en 1940 Hemingway convirtió su residencia Finca Vigía, en Cuba, como hogar de invierno. Finca Vigía ya contaba con una piscina y siempre fue un lugar importante en la vida diaria del escritor. “Se levantaba a las seis de la mañana y escribía hasta las doce o la una, iba a la piscina a bañarse y a leer”, narró René Villarreal, el exmayordomo de Finca Vigía.

En su piscina en Finca Vigía, el escritor y periodista recibió a personalidades y amigos. Algunos fueron invitados a mojar sus pies en el agua donde se había bañado la diosa Ava Gardner. Como anécdota, el también escritor y editor de la revista The Paris Review, George Plimpton, se bañó desnudo en las “aguas verdosas” de la piscina de Finca Vigía, agradeciendo que no hubiera fotos de ese momento.

Norberto Fuentes, en su libro Hemingway en Cuba, cuenta que el escritor nadaba media milla diaria y su esposa, una milla. En una carta escrita por Papa (apodo con el que se conocía también a Hemingway) a su amigo Charles Scribner fechada el 12 de abril de 1951 en Finca Vigía le cuenta: “Will swim fifty laps in the pool so that I’ll sleep good and hit the book tomorrow”. 50 vueltas en la piscina de 50 pies de largo de Finca Vigía eran 0,47 millas (756 m), media milla.

La piscina de Finca Vigía también jugó un papel importante en su recuperación de los accidentes en África en 1954 (casi murió en dos accidentes aéreos sucesivos que lo dejaron gravemente herido). Así lo muestra la carta escrita a su amigo Peter Viertel el 19 de julio de 1954, en la que dice: “Pool wonderful and cool and have been swimming and exercising regularly”.

En 1959, durante los cerca de seis meses que vivió en La Cónsula, Málaga (España), Hemingway disfrutó de la piscina de esa villa con la familia Davis. También en 1961, durante su internamiento en la Clínica Mayo, su doctor Howard Rome encargó a su residente Bob Rynearson que socializara con el escritor. Bob invitó al escritor a la casa de sus padres en el barrio Sunny Slopes, donde la casa, estilo Cape Cod, tenía la primera piscina enterrada de Rochester. Durante esa primavera Hemingway disfrutó chapoteando en la piscina con los niños y contándoles historias de la guerra.

En el ocaso de su vida, en 1961, Hemingway ofreció a Edward Stafford una entrevista que apareció en el Writer’s Digest en 1964. A la pregunta sobre cuánto trabajaba diariamente, respondió: “I work from about seven until about noon. Then I go fishing or swimming, or whatever I want”.

La piscina en el 907 Whitehead Street de Key West, Florida

Esta piscina está considerada como una de las más relevantes del estado de Florida. Fue la primera en Key West y se encuentra a la altura de las existentes en las residencias de Henry Ford y Thomas Edison en Fort Myers. Fue, para su época, un gran reto arquitectónico.

Características técnicas y constructivas

Esta piscina tiene 19,5 x 7,31 m (64 pies x 24 pies de largo y ancho, con una profundidad que va desde 1,5 m en su parte norte a los 3 m en su parte sur (5-10 pies). La capacidad es de 305,8 m3 (80,784 galones).

La piscina fue construida con el sistema típico de su época de ‘llenado y vaciado’, que consiste en llenar la piscina y cuando el agua se hacía inservible (por la suciedad y la proliferación de algas) se vaciaba, se limpiaba y se volvía a llenar. Este sistema requirió de un esfuerzo de ingeniería extra, pues en aquellos años no existía un adecuado abastecimiento en Key West, lo que llevó a la perforación y encamisado de un pozo para poder bombear y llenar la piscina con agua salada.

La construcción de la piscina involucró la excavación de más de 350 m3 de roca sólida, con las herramientas y métodos existentes en la época. La casa se encuentra a 4,87 m (16 pies) sobre el nivel de mar. Es la segunda elevación en Key West, por lo que no se encontró agua durante la excavación, algo que pudo complicar los trabajos. Aunque es un inconveniente inicial, la roca es buen fundamento para la estructura de hormigón de la piscina, llegando a reducir los costes de este material y del acero (que forman el hormigón armado).

La estructura de la piscina es de hormigón y la terminación interior del vaso es de pintura. La piscina contaba con una potente iluminación subacuática que, según Pauline en una carta a Robert Lowell, “podía verse desde Marte”.

No fue hasta 1944 que Key West tuvo agua fresca de abastecimiento y pudo ser llenada la piscina con agua potable, pero el sistema de ‘llenado y vaciado’ implicaba un alto coste de mantenimiento. La bomba de agua salada demoraba entre 2 y 3 días llenar la piscina de agua de mar. Esta agua, en verano, permanecía fresca cierto tiempo, por lo que la piscina tenía vaciarse de nuevo, esperar otros 1-2 días para ser limpiada y 2-3 para llenarse de nuevo. Y así ciclo tras ciclo. Un fabricante de bombas de la época (Duro Company, catálogo 1926) estimaba el coste de operaciones de una bomba de pozo en 10 céntimos por cada 1.000 galones de agua bombeados, por lo que cada ciclo de llenado le costaba a Hemingway unos 807 dólares americanos solo en bombeo. Este coste de bombeo se consideraba inferior al promedio del coste del agua abastecida, por lo que los costes con agua potable eran similares por ciclo con la diferencia de que el agua potable en la piscina duraba más, por lo que los ciclos se distanciaban.

La historia del last penny

Se dice que la construcción de la piscina de Key West fue un esfuerzo de Pauline para salvar su matrimonio, pero el personal del museo de Kay West afirma que fue el mismo Hemingway quien planeó la construcción de la piscina y que dejó encargada a Pauline de la supervisión de construcción desde 1937 a 1938 mientras él se encontraba de corresponsal en la Guerra Civil Española.

El coste inicial estimado de los trabajos fue de 8.000 dólares americanos, la misma cantidad que costó la compra de la casa. A su regreso en 1938 a Key West, Hemingway no comprendía como el coste final de la construcción de la piscina había alcanzado los 20.000 dólares y, dando muestras de su temperamento, exclamó: “Pauline, you’ve spent all but my last penny, so you might as well have that!” (“Pauline, tú has gastado todo menos mi último centavo, así que deberías tener esto”), sacando un centavo del bolsillo y arrojándolo al suelo. Pauline, como respuesta, cementó el centavo en el suelo. Hoy se puede contemplar al final del fondo norte de la piscina, en el cemento, una moneda de un centavo de Lincoln de 1934 como recuerdo de ese momento.

Sea cierto o no, el last penny constituye una de las atracciones y de las historias de la actual Casa Museo de Ernest Hemingway en Key West, un monumento histórico nacional y un monumento literario.

La piscina de Finca Vigía en San Francisco de Paula

El 22 de enero de 1941 Ernest Hemingway adquirió legalmente por 18.500 pesos los más de 43.000 m2 de la residencia de Finca Vigía, en Cuba. Ya en esos momentos la piscina era parte de la propiedad, aunque tenía el sistema de ‘llenado y vaciado’ de la época, tomando el agua de un pozo perforado cerca de la misma. Sus dimensiones son 15,24 x 10,97 m (50 pies de largo por 36 de ancho), con 1,5 m de profundidad (5 pies) en su zona más baja y 2,42 m (8 pies) en la parte profunda.

Nuevo planteamiento

El sistema de ‘llenado y vaciado’ ofrecía poco aprovechamiento de la piscina. Como pasaba en la residencia de Key West, los altos costes de operación, la poca duración del agua por las altas temperaturas y la abundante vegetación que rodea esta piscina en Finca Vigía fueron las causas que hicieron tomar a Hemingway la decisión de una remodelación.

De acuerdo a las instrucciones que dejaron a Pichirilo, un trabajador de la casa encargado de, entre otras tareas, el control de la ejecución de la piscina en ausencia del matrimonio Hemingway, para el otoño-invierno de 1948 la idea de la renovación de la piscina se materializa a partir de la experiencia de su vecino Frank Steinhart, quien había reformado la piscina de su residencia campestre Happy Hollow. En las instrucciones dadas a Pichirilo se pueden leer: “Deje la piscina llena con agua todo el tiempo, y no la vacíe hasta después que volvamos. (Es posible que se solucione con un motor de limpieza de agua como aquella del Sr. Steinhart. Pero todo este tiene que esperar hasta que volvamos”, “Dejar la piscina llena todo el tiempo, pues es posible que hagamos una limpieza del agua con un método especial para ello, como ya lo hicieron alguna vez en la finca de Mr. Steinhart”.

El 9 de junio de 1950, el señor R. Schmidt de la empresa CIA. Purificadores de Agua de Cuba, S.A., presentó a Hemingway una oferta para la remodelación y la instalación de un sistema de purificación y recirculación de agua por 4.450,00 dólares. Esta compañía fue la misma que le hizo la remodelación a Frank Steinhart como se muestra en los anexos de la oferta.

Esta oferta inicial no contemplaba los trabajos civiles relacionados con el cuarto de equipos de piscina, por lo que el 14 de junio se le presentó al escritor otra oferta con estos alcances por 1.320,00 dólares. Tampoco contemplaba los trabajos civiles relacionados con la instalación de las redes exteriores ni de la red eléctrica para el motor de la bomba. Las condiciones de pago eran: 50% a la firma del pedido, 25% a la llegada de los principales equipos a la obra, y el otro 25% al terminar los trabajos.

Características técnicas de la oferta

De acuerdo con la oferta presentada el 9 de junio del 1950, se proponía un sistema de recirculación y purificación de agua para piscinas calculado para un vaso de 75.000 galones (284 m3). A diferencia de la piscina de su vecino, que era de 1 filtro de 1,5 m de diámetro (5 pies) y 2 bombas, a Hemingway se le propone 3 filtros de 48 pulgadas (1,22 m) de diámetro con una bomba.

Los filtros de acero eran de lecho de arena y grava y serían capaces de filtrar los 75.000 galones de agua de la piscina en menos de 12 horas cuando lo establecido era de 12 a 16 horas para piscinas privadas. También incluían todas las tuberías, válvulas y conexiones para operar el sistema y las diferentes variantes de dirección del agua (filtración, lavado, vaciado).

La bomba tenía la capacidad de filtrar el agua por los 3 filtros y retrolavar cada filtro por separado. Contaba con una trampa de pelos a la entrada. Era de 220 V, 60 Hz y 3 fases. La capacidad de la bomba era de 3HP y un flujo de 22,71 m3/h (100 gal/min). Estos datos técnicos permiten confirmar que realmente se podía pasar toda el agua de la piscina por los filtros en 12,5 horas.

Toda la oferta planteaba un sistema de última generación, con técnicas que, inclusive hoy, se consideran un adelanto.

En adición, la oferta incluía un dosificador automático de floculante (alumbre potásico) que permitía mejorar la eficiencia del filtrado, un dosificador automático de cloro que ejercía la limpieza química del agua con cloro en polvo y un limpiador de fondo Tuec modelo De Luxe con su manguera de conexión a las 2 líneas de limpieza instadas a ambos lados de la piscina.

Toda la oferta planteaba un sistema de última generación, con técnicas que, inclusive hoy, se consideran un adelanto. Para Hemingway debió ser la solución a todos sus problemas en la piscina. Su entusiasmo con la propuesta lo demuestra el 12 de junio de 1950, solo 3 días después de ser presentada la oferta, cuando entregó 2.225,00 dólares al señor R. Schmidt de la CIA. Purificadores de Agua de Cuba, S.A., correspondientes al 50% del valor total y en confirmación al pedido del equipamiento. El trabajo había comenzado…

La ejecución

La ejecución de la remodelación de la piscina fue ejecutada por la misma compañía que presentó la oferta. El tiempo de ejecución era “de 6 a 8 semanas aproximadamente” tras la firma de la orden. Si se toma como fecha de la firma (y entregado el anticipo) el 12 de junio de 1950, significa que para el 7 de agosto Hemingway ya debía estar disfrutando de su piscina. Pero eso no fue lo que pasó.

La CIA. Purificadores de Agua de Cuba, S.A. era, al parecer, una agencia en Cuba de la compañía española Purificadores de Agua, S.A., una empresa de Barcelona con experiencia en el tema piscinas desde 1927. Esta empresa en España tenía hasta fábricas de equipos y trabajaba con patentes de la multinacional B&W. En Cuba, la filial había ejecutado obras de instalación de sistema de piscinas en varias locaciones por toda la isla, trabajando con arquitectos de renombre, principalmente con Rafael de Cárdenas, quien debió ser el tío de secretario de la compañía, G. de Cárdenas. Fue con este arquitecto que la compañía acometió la segunda piscina del Hotel Nacional en el mismo año 1950.

Los equipos para la piscina de Hemingway debieron llegar a Finca Vigía el 9 de agosto de 1950. Lo demuestra el recibo de pago, de igual fecha, por 1.112,50 dólares, que representaba el 25% del valor acordado y que se pagaba a la entrega de los principales equipos en la obra. El 7 de octubre, Papa entrega otro pago de 1.112,50 dólares, con el que se había terminado el pago de la oferta inicial pues, según acuerdo, era el correspondiente al último 25% al final de la obra. Pero realmente la obra no había terminado.

El 13 de octubre Hemingway entrega 600,00 dólares a Schmidt y este le confirma que terminará las obras el 25 de octubre “salvo interrupciones a causa de ciclones”. Aunque parezca una ridícula excusa, ese otoño de 1950 fue una de las temporadas ciclónicas más activas de la historia de los ciclones tropicales en Cuba.

El 13 de octubre Hemingway entrega 600,00 dólares a Schmidt y este le confirma que terminará las obras el 25 de octubre “salvo interrupciones a causa de ciclones”. Aunque parezca una ridícula excusa, ese otoño de 1950 fue una de las temporadas ciclónicas más activas de la historia de los ciclones tropicales en Cuba. Primero con la tormenta tropical Baker, que pasó del 25 al 27 de agosto; segundo, con el ciclón Easy, que pasó por Cuba los días 2 y 3 de septiembre; y, finalmente, el ciclón King, que pasó del 16 al 17 de octubre. No es intención justificar al constructor por las demoras en la obra, pero si ya es engorroso cualquier situación ciclónica para una obra en ejecución, imaginen lo que sería con tres ciclones. El propio Hemingway se vio involucrado con estos fenómenos, como bien reflejó en su cuaderno de notas.

El 31 de octubre de 1950, Schmidt recoge otro recibo a mano con la cantidad de 210.00 dólares. Esta vez no habla de fecha de terminación, solo admite que el trabajo no ha sido terminado. Sumando las dos ofertas (equipos y trabajos civiles), el monto total a pagar era de 5.770,00 dólares. La suma de los recibos es de 5.260,00 dólares, por lo que faltan unos 510,00 dólares que debieron ser pagados al finalizar realmente los trabajos en noviembre de ese año.

También en noviembre de 1951, Hemingway encarga a la compañía S. Sierra y Rodríguez una bomba Duro de pozo profundo, con capacidad de 1,700 galones/hora, movida por un motor de 3 HP y capaz de elevar desde una profundidad de 100 pies y descargar a 90 pies de altura. Esta bomba era la encargada de llenar la piscina y abastecer los tanques de agua de la casa desde el pozo al costado de la piscina. Papa pagó 1.171,00 dólares por este equipo.

Postventa

Aunque la ejecución de la remodelación de la piscina se demoró más de lo deseado, las relaciones posteriores entre Hemingway y la compañía de R. Schmidt fueron buenas. Entregaron al escritor un documento con las instrucciones de cómo operar el complejo sistema de la piscina incluido los químicos a adicionar para su buen funcionamiento. También esta empresa mantenía a Hemingway informado sobre todos los nuevos productos que salían al mercado, enviándole copia y muestras tal y como refleja la comunicación del 12 de mayo de 1958 sobre un alguicida que estaba promocionando la compañía Rohm & Haas Co. de Filadelfia (Estados Unidos).

Ya en 1960, luego de su regreso de España, recibió una oferta de la CIA. Purificadores de Agua de Cuba, S.A. para la instalación de unos purificadores de agua potable residencial, lo que reduciría el consumo del agua en botellones. Lamentablemente, el 25 de julio de 1960 Hemingway y Mary salieron de Cuba por última vez. También ya habían comenzado las nacionalizaciones de la naciente revolución. Quizás fue esta la última oferta de servicio que recibió Hemingway en Cuba y la última oferta que hizo esta compañía también en Cuba.

Historia reciente y actualidad

Tras la partida de Hemingway, la piscina ha estado completamente vacía, su vaso ha recibido varias capas de pintura, siendo una de ellas pintura en base agua. Algunas grietas han aflorado, pero han sido reparadas y la pintura es retocada con cierta frecuencia. El estado del cuarto de equipos está un poco más desatendido, pero cabe confiar que ello cambiará en un futuro cercano.

Conclusiones

El estudio de la historia permite visualizar lo que pasó y ofrece enseñanzas de cómo se tiene que actuar para tener un presente y un futuro mejor. El trabajo investigador del que se basa este artículo invita a conocer más la gran figura que fue Ernest Hemingway, su forma de ser y su visión de la vida. Las piscinas en su vida no fueron un lujo, sino parte de su ejercicio físico diario. Ernest trabajaba con la mente y las piscinas lo ayudaban a mantener saludable el cuerpo y relajar la mente. Fue también el área de piscina un lugar donde compartir con amigos y familias, donde conversar, divertirse, hacer fiestas, bromear y descansar.

Quien se moje los pies no solo estará disfrutando de las aguas donde se bañó la diosa Ava Gardner, sino donde se bañó también el dios Ernest Hemingway.

La piscina y su cuarto de equipamientos actuales merecen un mejor estado de conservación para así incorporarse a las piezas exhibidas en el museo, no solo como parte de la historia de Hemingway, sino como parte de la historia de las piscinas en Cuba y del buen hacer de este país. Se debe mostrar al público este rincón del Museo Finca Vigía y contar no solo la historia de baños desnudos, sino también la historia de su construcción y de sus particularidades técnicas tan avanzadas para su época. Lo mejor sería restaurarlo todo y dejarlo hasta funcionado, con el agua recirculando. Sería una atracción más, como lo es la piscina llena en Key West. La gran diferencia es que en esos filtros aún hay mucho material genético de esos años.

Para más información:

POOLSPAcu
poolspa.cu@gmail.com


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